VICTORINO Y ‘EL 7’ DE LAS VENTAS, ¿EN GUERRA?

La que se ha liado estos días con la corrida de Victorino en Las Ventas. Una corrida de poca nota, sin mucha historia, que ha acabado como el rosario de la aurora a cuenta de unas declaraciones del ganadero en ‘El Toril’ de Onda Madrid. Faltas de respeto, excusas, acusaciones… La verdad es que Victorino, al igual que su padre, maneja el marketing como pocos en este mundo. Una corrida, otra más en los últimos años, que iba a pasar sin pena ni gloria por Madrid ha acabado en el ojo de la polémica.

Me parece muy bien que Victorino Martín de su opinión sobre cómo vive una corrida en Madrid y cómo la ha visto él como ganadero. Algo que a algunos parece asustarles. Porque aquí nadie dice nada, sea un petardo o sea un triunfo. A los ganaderos les debe costar menos asomarse a los medios y opinar, crear páginas webs o perfiles en las redes sociales para hacer lo que hace Victorino, y ofrecer su punto de vista sobre el juego de sus toros.

Pero lo que no me cuadra es el furibundo ataque de Victorino a cierto sector de la plaza de toros de Las Ventas, precisamente al sector que ha defendido a capa y espada a hierros como el suyo. Más, cuando la corrida del domingo tampoco fue una tarde dura en el apartado de la exigencia. No vi una acción premeditada para reventar la corrida de la ‘A coronada’. Hubo exigencia, sí. Pero la misma que otras veces, incluso menor que con otros ganaderos. Algo que no entiendo tampoco, la verdad.

Victorino ataca al público, busca la excusa del estado del ruedo… está en su derecho. Pero lo que Victorino también debería hacer es autocrítica. En Madrid, en los últimos años, no está dando la talla. La plaza que lo encumbró se está encontrando con encierros alejados del trapío, la épica y la casta que le encumbraron. Pero culpar al empedrado de una corrida intrascendente tras otra, no es el camino.

Suya es la responsabilidad de haber buscado una dulcificación en sus toros en la búsqueda de la nobleza y la clase que atesora la sangre Albaserrada. Pero quizá, el público demanda la casta primigenia de unos animales que sacaron a la Fiesta del letargo del toro previsible y monótono de las últimas décadas del pasado siglo veinte. Victorino no puede ser uno más. Victorino debe buscar más toros como los que lidió en Albacete hace unas semanas, y menos como los que se vieron en Madrid este domingo.

Bienvenida la polémica, pero siempre con respeto y argumentos…

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