Empieza la decadencia por la transformación del toro, el toro en un porcentaje alto no da miedo, se ha perdido la fiereza y el toro actual, adaptado a las exigencia de las figuras, ha cambiado su morfología y su resistencia para ello han apareciendo en las fincas la veterinaria genética, la alimentación proteínica y los correderos, todo para que puedan soportar faenas larguísimas. A tal efecto al toro actual se le dosifica en varas, es muy difícil por no decir imposible ver toros con tres o más entradas al caballo.
Hoy al contrario que antaño, la cabeza del escalafón se compone de una exigente media docena de toreros, que arrancan la temporada con un número de festejos contratado de antemano, copando las principales ferias y municipios. Antaño los festejos se contrataban con las actuaciones de las primeras feria, Valencia Sevilla y Madrid, que eran referentes para del resto de ferias.
La mayoría de los ganaderos se han visto obligados a entrar en el carrusel de la comercialidad, adaptando sus animales a las exigencias de las figuras
Los empresarios, han aceptado los cambios y las exigencias y llenan las ferias de encastes transformados y adaptados, circunstancia que está acabando con hierros centenarios que reciben indigna muerte en los mataderos.
Cada vez se dan menos festejos menores, quedando menos sitio para novilleros emergentes, haciendo casi imposible la incorporación al doctorado y el que lo consigue nunca atesora la experiencia necesaria.
Las escuelas taurinas también son propagadoras del toreo moderno que ha de adaptarse a las anteriores circunstancias. Y da pena ver a los novilleros incapaces de resolver cualquier problema cuando el novillo se sale fuera de lo habitual, desarrollando casta o mansedumbre.
Solo queda el aficionado, soportando el misticismo de la actual fiesta, al que solo le queda algo indestructible esté conforme o no, que es su propia afición y como consecuencia, vaciar los tendidos y que los que nos atacan triunfen y esto desaparezca.
Vicente Palmeiro