La familia Jiménez Sáenz de Miera siempre ha estado vinculada con el campo madrileño, con las tradiciones y los animales. Un amor inculcado de generación en generación hasta llegar a nuestros días. Para crear debes ser consciente de las tradiciones, pero para mantener las tradiciones en ocasiones debes de crear algo nuevo, y esto fue lo que hizo Oscar Jiménez y Belén Sáenz de Miera en el año 2005 en la localidad madrileña de Cercedilla, cuando adquirieron unas 25 vacas de origen puro Rincón de la ganadería madrileña El Retamar.
Fue entonces en el año 2005 cuando esta familia aunó sus dos pasiones el toro y el caballo. Ya en el año 1995 con esfuerzo y perseverancia crearon el centro hípico “Los Ciruelos”, lo que nació de una pasión se consolido en el tiempo y este año celebra el 25 aniversario, enhorabuena. En esta aventura los ganaderos Oscar y Belén no están solos, cuentan con el apoyo incondicional de Oscar, Alejandro y Marcos, sus tres hijos. En silencio, trabajando, con una afición desmedida van construyendo el futuro de su ganadería.
Recordamos que la ganadería de El Retamar adquirió en el año 1985 vacas y sementales de la mítica ganadería Carlos Núñez, en la que la vía Manuel Rincón –García Mateos – y Villamarta –Concepción Dávila Garvey- se cruzan para formar el encaste Núñez en el año 1938 y 1941 respectivamente.
Hoy la joven ganadería de Jiménez Sáenz de Miera cuenta con 50 vacas y dos sementales. Buscando la pureza de la sangre y una exigencia desmedida en los tentaderos. Solamente 1 o 2 vacas máximo son aprobadas por temporada. La bravura total, que sean muy fuertes en el caballo, y tengan ese punto de nobleza en la muleta, unidos a la codicia, el recorrido y la clase. Solamente lo más exclusivo pasa a formar parte de la ganadería.
La temporada pasada una novillada lidiada en Guadarrama dio mucho que hablar tanto por juego, como por el trapío de los novillos que saltaron en la plaza. El resultado del festejo fue que transmitieron la emoción en el tendido.
Para la temporada 2020 tienen una camada de 12 erales, probablemente una novillada sin caballos sea lidiada en la actual temporada para probar la destreza de los jóvenes novilleros.
Poco a poco, con trabajo y esfuerzo, modestia y humildad la familia Jiménez Sáenz va obteniendo resultados, moldeando sus reses, buscando esa mezcla perfecta para llegar a emocionar al aficionado. Una familia unida jamás será vencida.
Por Juanje Herrero