29/05/2019, Madrid. Las Ventas. Decimosexta de abono. Rozando el lleno.
Toros de VICTORINO MARTÍN. Desiguales de presentación y juego.
OCTAVIO CHACÓN. Bajonazo. Silencio. Bajonazo. Pitos.
DANIEL LUQUE. Estocada trasera y caída. Saludos. Pinchazo hondo y tres descabellos. Un aviso. Silencio.
EMILIO DE JUSTO. Dos pinchazos y estocada trasera. Un aviso. Silencio. Estocada caída. Una oreja.
Los Albaserrada de Las Tiesas, vienen experimentando una transformación comparable al extraño caso de Benjamin Button. Esta es inversamente proporcional a su tiempo. Desde el marrajo Milhijos que saltó en primer lugar, recordando aquellos que criaba el del apellido Andrés, hasta Director, el sexto, que recordaba la dulzura de un Juan Pedro, y si este hierro se está adaptando a las exigencias de los rutilantes, mal vamos. D. Victorino Martín García.
Una corrida desigual en todo, en presencia y comportamiento, con toros que jugaron diferentes aptitudes predominando la adaptabilidad sobre lo encastado de otro tiempo, dejando atrás todo lo conseguido por D. Victorino Martín Andrés.
Había expectación, tanta que puso los tendidos abarrotados, pero después de ver el encierro de Escolar,esta se torno en decepción.
La terna en este caso estuvo por debajo de los toros, se esperaba más de Chacón pero no estuvo, le tocó la china en el zapato con Milhijos y se cargó a Bolsiquero. Se esperaban esas dotes de lidiador poderoso que no aparecieron.
Luque, que consintió que su picador apagara por completo al animalito que hizo segundo, se quedaba corto, pero el de Gerena tiró de él y consiguió ligar muletazos fuera de las distancias. En el quinto, un toro para hacer cosas en serio, porque metía la cara y sin arroyar, se diluyó en muchos pases y muchas vueltas, enganchones, trapazos y muy poco toreo.
La nota la pudo Dejusto en el sexto, un «Victorino» dulce como la miel, el toro que metió bien la cara en el capote alentó al de Cáceres que comenzó algo acelerado, naturales de comienzo para abrir boca, algunos de calidad, discontinuidad con la derecha, larga la faena que no llegó a ese punto de fusión, un pase de pecho hasta la hombreras abrió la puerta de una fea estocada que a pesar valió para tocar pelo
Con anterioridad había despachado al inválido tercero que D. Trinidad nos hizo comer a la fuerza, como aquella sopa que nos daban en el cole.