31705/2019. Madrid. Las Ventas. Decimoctava de abono. Rozando el lleno.
Toros de ALCURRUCÉN. Mansos de escasa presencia.
DAVID MORA. Pinchazo, estocada trasera y cuatro descabellos. Un aviso. Silencio. Pinchazo y estocada delantera y caída. Silencio.
PACO UREÑA. Pinchazo, medio bajonazo y bajonazo. Un aviso. Silencio. Pinchazo recibiendo y estocada caída. Una oreja.
ÁLVARO LORENZO. Estocada trasera y dos descabellos. Silencio. Estocada. desprendida. Silencio.
Mansos y de escasa presencia fueron los toros de los Lozanos, se comenta que cada año un de las dos corridas que este hierro lidia en San Isidro una sale buena y la otra regular tirando a mal y que la buena coincide por «casualidad» con que la matan las figuras, ayer nos tocó la mala.
La terna se empleó a fondo para conseguir que los huidizos Nuñez se quedaran en el sitio de torear y no escaparan a las querencias. Mora consiguió muletazos a la única, es decir con poca ligazón y discontinuos, en gran parte fuera de cacho con distancias exageradas, tampoco fue certero con los aceros.
Ureña se topó con el que hizo segundo, con un morucho de feas hechuras,que salió huyendo del caballo. El que hizo quinto, de la misma condición, el murciano le fue llevando a los medios de forma torera con muletazos de desprecio, trincheras toreras y genuflexos muy vistosos de ejecución, compuso una faena variada donde logró que el morucho quisiera la muleta y se tragara una serie con la mano izquierda y algún derechazo, pinchó en el primer intento recibiendo y logró meter el acero en el segundo quedando la espada caída. Una oreja para compensar un trabajo bien hecho y no la torería.
Lorenzo enlotó dos toros infumables, dos mulos de carreta del Rocio que andaron de arriba abajo, dificiles de fijar y mas de torear, embestidas inciertas, arreones de manso y que el de Toledo resolvió fuera de las distancias, con algún que otro trapazo y desarmes sin compostura. Resolvió con presteza con el acero.
Se demonteraron, Angel Otero en el pareo del primero e Ivçan García en el cuarto.
Esto fue todo en una calurosa tarde que como otras fue bendecida por el tedio y el aburrimiento.
Vicente Palmeiro