Si le he puesto el nombre de mi hija es porque espero que ella sea continuadora de este sueño», comenta el empresario Jesús Domínguez, que inicia un proyecto ganadero bajo el nombre de Alba Atenea.
Por José Ignacio Galcerá.
En plena Rambla de la Viuda se encuentra la finca San Pedro, una explotación de casi 35.000 metros cuadrados donde crece el sueño ganadero de Jesús Domínguez. Este empresario de Almassora, vinculado al mundo del toro desde 2008 primero en la compra y venta de toros cerriles y posteriormente en la gestión de plazas como Vinaròs donde organiza tanto corridas de toros como espectáculos populares, ha dado luz verde al proyecto y la ilusión de toda una vida. Alba Atenea, así se llama la ganadería como homenaje a su hija, es ya una realidad. «Cuando cumplió un año el pasado mes de marzo mi regalo fue la ganadería; la puse a su nombre para que sea la ganadera más joven de España», confiesa orgulloso Jesús Domínguez.
Todo nació en noviembre de 2016 cuando tuvo lugar la primera adquisición de ganado, concretamente de seis vacas de La Paloma, a los que añadió unos meses más tarde -en marzo de 2017 y coincidiendo con el aniversario de su hija- otro lote de diecinueve vacas más un semental de la ganadería navarra de José Arriazu. «He ido a beber de las mejores fuentes», explica. «Arriazu es hoy por hoy la ganadería más importante en los festejos populares de España, la más atractiva de ver y una de las más demandadas. Y La Paloma es, junto a Benavent, la más destacada del bou al carrer en la Comunidad Valenciana». La compra de ganado de Arriazu afianza el histórico vínculo que siempre ha habido entre la Comunidad Valenciana y Navarra, una unión de la que los ganaderos de ambas regiones han hecho siempre gala. «Necesitaba ganado bravo para alimentar los festejos que organizo y qué mejor que ir a Arriazu para ello. Las vacas de allí se adaptaban a lo que buscaba. Ahora mismo hablamos de uno de los buques insignia del festejo popular», afirma con rotundidad. Jesús Domínguez pone en valor las virtudes de las vacas adquiridas y explica el porqué de su elección. «Son pura bravura, todo corazón. Son como la trilita y por tanto son vacas a las que hay que cuidar y tratar bien porque como bravas que son cuando van lo hacen con todo, con mucho empuje y por tanto están expuestas a que se puedan matar al entregarse tanto. Es la mejor ganadería a raíz de la cual podía formar la mía». La otra parte de la ganadería la componen vacas de La Paloma, que según Jesús Domínguez «están más hechas para el festejo popular. Por lo que he ido comprobando, es una vaca dura, lista, dispuesta siempre para el trabajo y curtida y prueba de ello es que tanto en la calle como en la plaza es una de las ganaderías más completas que hay».
Jesús Domínguez habla de bravura, un concepto tan amplio como complicado de definir. «Cuando seleccionas y buscas bravura, aciertas. Quiero un animal que esté siempre dispuesto a la lucha, a entregarse, un animal que tenga fijeza, que embista con todo y que llegue hasta el final. Por ejemplo, un animal que se mueva pero que no tenga entrega, de poco me sirve; un animal que se guarde mucho y sólo pegue arreones cuando tenga a la presa a su alcance, tampoco me gusta. El animal que suba y baje pero que no emocione y lo haga por hacer, tampoco. La vaca o el toro bravo pone a todo el mundo de acuerdo porque emociona», expone.
El manejo del ganado resulta clave en el posterior juego y comportamiento tanto en la calle como en la plaza. Sin embargo, no todos los animales presentan facilidades en el trato del día a día. «Recuerdo que cuando hablaba con los ganaderos de Arriazu me comentaron la enorme dificultad que es manejar este ganado y yo, que siempre he tratado con animales, pensaba que estaban exagerando. Sin embargo recuerdo perfectamente el día que las descargué en casa y comprobé de primera mano que se quedaban cortos en lo que me decían. Son muy complicadas de manejar, exigen que vayas por delante de ellas y que te adelantes a sus intenciones». Al hilo del manejo, sale a colación las condiciones de la finca San Pedro, enclavada en la Rambla de la Viuda, un corredor fluvial semiárido y poblado de piedras y adelfas que hace de ella un paraje único. «Es completamente llana. Históricamente en ella siempre ha habido ganado y hace unos años compré el derecho de los animales que allí había. Luego la tuve parada un tiempo, pero con el nuevo proyecto la he puesto otra vez a funcionar».
La finca, que toma el nombre de San Pedro por la denominación del hierro que tenía años antes Jesús Domínguez, está adaptada para que «el manejo de los animales sea rápido y lo más sencillo posible». Además, según explica, su ubicación en la Rambla ofrece muchas posibilidades: «Alguna vez hemos hecho paseos con los bueyes y los caballos por la Rambla. La finca da mucho juego».
Lo que no esconde Jesús Domínguez es que Alba Atenea es el sueño que siempre había anhelado. «Desde niño soñaba con tener una ganadería, es mi pasión desde que tenía diez u once años y me escapaba con la bicicleta a ver pasturar las vacas por el río de un ganadero de Almassora que tenía la finca donde yo estoy ahora. El momento más feliz del día es cuando mi hija viene a la finca, y si le he puesto el nombre de ella a la ganadería es porque espero que mi trabajo de todos estos años sirva para que ella pueda disfrutar de la ganadería en el futuro y sea la continuadora de este sueño», concluye.