Las pancartas contra la presidenta de la Comunidad que mostró el tendido 7 el pasado domingo en Las Ventas troca la ‘comodidad’ de los toros por un problema que le generan
En el mundo del toro todo funciona al revés. Lo hemos escrito, dicho, cacareado y hasta cincelado en granito tan duro como las cabezas de algunos. Lo que hasta ahora no parecía posible es que las concesiones se nos vayan de las manos y eso llegue a la nariz de la jefa -lo avisábamos el otro día en una columna del director-. El toro era, hasta ahora, un pacífico y confortable retiro para las tardes de mayo de la presidenta. Acudía a la plaza de Las Ventas, se pegaba un baño de multitudes -merecido. por cierto- y demostraba el apoyo que los madrileños le han dado en las urnas defendiendo el porqué lo han hecho. Y veía la corrida, por supuesto, que los hay que van a darle la chapa al/la que tienen al lado
En la plaza se celébran, es verdad, otro tipo de actividades de ocio que cumplimentan al festejo en sí y, por tanto, deben defenderse en favor de la viabilidad económica del espectáculo -que lo de generar ingresos atípicos es muy necesario para un sector que está perdido a la hora de montarse en el nuevo siglo-. En la plaza de Las Ventas, en concreto, se llevan celebrando desde que llegó Plaza 1 y trajo un aire de renovación que incluía carpas culturales, ocio y restauración dentro del ámbito del edificio. Pero hasta ahora los aficionados que disfrutaban -además- de esa posibilidad se habían comportado con civismo y con responsabilidad, lo que no ha sucedido este año, en el que parece que la fiesta ha querido mover el mojón de los límites con un puntapié.
Y explotó el problema en tres pancartas que el 7 de Las Ventas mostró en sus tendidos el pasado domingo, motivadas por el problema que tuvo un miembro de la Asociación El Toro con un empleado de seguridad de la discoteca aledaña a su tendido. El aficionado tuvo necesidad de visitar el servicio y al regresar a su asiento el mencionado operario se lo impidió. Y entonces se montó el cirio -en el que los aficionados que denunciaron la situación en las redes tienen toda la razón-. Porque, además, comenzaron a circular imágenes de los alrededores de la plaza llenos de basura generada en las barras ubicadas en las terrazas de Las Ventas. Que es, no lo olvidemos, un edificio declarado Bien de Interés Cultural y está, por lo tanto, protegido por la Administración. Y de ahí las quejas a la presidenta.
Pero es que, además, estas protestas se suman a las ya vertidas por el estado de deterioro que presenta la plaza, en la que se han realizado obras de mejora recientemente sin que haya lucido nada más que las tejas. Y las dependencias del Centro de Asuntos Taurinos, que tuvieron que reformarse de arriba abajo después del paso por Madrid de Filomena. Pero nada más. Las escaleras miden el doble en los tendidos, sí, pero las puertas siguen siendo de madera, hay rincones cuya vista no es nada tranquilizadora y se adivina cierta dejadez por parte del propietario de un inmueble que ahora mismo está en pleno proceso de adjudicación. Ahí, por cierto, donde Enrique López -que viene del Consejo General del Poder Judicial- tuvo que ponerle un parche a la chapuza del pliego y sus plazos para que Madrid no se quedase sin toros en junio y julio (ya hablaremos de la corrección del procedimiento).
Ahora salen tres pancartas en el tendido de Las Ventas cuando Isabel disfruta plácidamente de su festejo en el callejón de la plaza. Y lo que era todo paz, tranquilidad y buen ambiente comienza a decolorar su tono porque ¿qué pensará la presidenta de esto? A una candidata que ha cosechado los resultados de esta no se le puede ir con problemas en aspectos que son -no lo olvidemos- perfectamente prescindibles para cualquiera que no sea ella. Tanto el toro, como el Centro que lo gestiona. Así que vamos a ver si terminan de una vez de ponerse las pilas en lugar de dar problemas a sus jefes.