Siguen atacando la democracia. La atacan con argumentos lamentables y de un absurdo tan ful como ilusorio. El desprecio a todo lo rural, y a la tauromaquia en particular, es delirante y consecuencia normal del ultraje a una forma de vivir ancestral. Un sometimiento continuo a las exigencias del radical populismo de la nueva izquierda que quiere acabar con todos los sectores campestres. Ni más ni menos que la escenificación del pensamiento único y la magnitud de un falso animalismo.
Los absurdos contenidos de anteproyecto de Ley de Protección y Derecho de los animales son una grandilocuencia marcada por el sectarismo. Otra perla. Sin duda, una formula dictatorial que conduce a la mejor forma de exterminio. La que no requiere más palabras que la de prohibir. Prohibir la caza, prohibir caballos y bueyes en las romerías, prohibir el toreo… en este choque frontal entre la cultura urbanita y la rural.
Vivimos en una época perturbada por la pesadilla que produce la ideología animalista. La más extremista de un comunismo trasnochado que llevará a la ruina al campo y a su gente. Todo un variopinto universo de políticos de tres al cuarto dispuestos a resolvernos el futuro dejando por el camino a la multitud que depende del ramo.
Objetivos que se encaminan hacia un lugar imposible que produce terror. Una loca carrera por convertirnos a todos en perros con bozal. En consumidores de un populismo de moda que traerá consecuencias irreparables. Vuelve la chusma, la influencia ideológica con nuevas fórmulas de prohibición. No tienen otra cosa que hacer. Quieren seguir siendo eficaces a la hora de anular libertades. Lo que les interesa es el grado de confusión en el que están sumiendo a mucha gente, haciéndole creer que el futuro cabe en el puño de un ficticio progresismo.
Son ese mundo del pensamiento único donde las fantasías patológicas, disfrazadas de rocambolescas ideas, son fabricadas en series por intransigentes medio incultos para beneficio de los ignorantes. Y sucede que este radicalismo se convierte en poder político para cambiar el curso de la historia. ¡Qué cosas, y qué miedo!