Publicado en Actualidad el 30 de diciembre de 2019 por administrador
Querida familia taurina,
Ahora que nos encontramos dando la última tanda a este encastado 2019, me gustaría agradecer personalmente el esfuerzo, implicación e ilusión de los profesionales y casi 2.500 aficionados que han hecho posible un año más de trabajo de la Fundación del Toro de Lidia, entidad que tengo el honor de presidir. Ha sido un año intenso, en ciertos aspectos fructífero y en otros vital, que ha podido acometerse gracias a todas esas personas.
Comenzamos el año con el discurso que tuvimos ocasión de pronunciar en el Senado, que venía a cristalizar muchos meses de trabajo de mucha gente, tratando de fijar de la manera más coherente posible una argumentación sobre la tauromaquia y sobre los peligros que desde diversos frentes nos acechan.
Esa misma argumentación la hemos tratado de transmitir a la sociedad de manera consistente a través de artículos, cartas, entrevistas, presentaciones o en cada ocasión en que nuestro magnífico portavoz, Chapu Apaolaza, ha tenido que intervenir ante los medios de comunicación.
La tauromaquia es una cultura compleja, alejada de ciertas tendencias sociales actuales, por lo que es extremadamente importante tener una trabajada estructura argumental que permita trasladar de la manera más didáctica posible lo que somos. Y de dar respuesta en los mismos medios que intentan imponer una visión sesgada o irreal de la tauromaquia.
En 2019 también devolvimos los toros a Villena tras cuatro años de continuos litigios con su Ayuntamiento, un hecho relevante más allá del caso concreto, por lo que tiene de significado en el terreno de lo simbólico y por la consolidación de una jurisprudencia que determine los límites que los poderes públicos no pueden traspasar.
Tuvimos otras victorias importantes, como la del Ayuntamiento de Benissalem que se declaró antitaurino o la de la Diputación de Toledo, que pretendió marginar la tauromaquia en sus subvenciones culturales.
También ganamos una importante causa en defensa del honor de Víctor Barrio, aunque perdimos otra por delito de odio. Todas estas causas, las ganadas y las perdidas, nos permiten acometer el futuro de manera más segura, sabiendo dónde están los bordes del perímetro legal que nos protege frente a las agresiones, pudiendo así actuar en adelante de manera más eficaz y contundente.
Comenzamos en Olot el largo recorrido hacia la restauración de la legalidad en Cataluña con la vuelta de los toros en esa comunidad. Un derecho legítimo de muchos ciudadanos catalanes, cercenado por una interesada mirada sobre los toros como elemento político, siendo como es una expresión cultural del pueblo y de carácter universal. Tuvimos ocasión de señalar en un artículo la sinrazón de lo que está ocurriendo en un lugar como Olot, una ciudad que se declara amiga de los animales para no dar toros, en la que sin embargo se sacrifican más de 14.000 cerdos diarios.
Hemos realizado, en definitiva, multitud de cosas, muchas visibles y otras más discretas, en un año que ha sido frenético de actividad. Un año de continua acción en numerosos frentes para garantizar la libertad cultural de todos.
Dentro de todas estas acciones, me gustaría finalmente hacer hincapié en una de las más recientes, el acto que organizamos el pasado octubre para presentar algunos datos de la realidad económica de la industria animalista.
Aquel día nos acompañaron numerosos políticos de todos los partidos y también representantes de otros sectores económicos vinculados con los animales y que comparten con nosotros el azote de la moral que esta industria animalista pretende imponer. El enemigo es común, por lo que es importante trabajar en la defensa de nuestra cultura de manera coordinada con otros sectores.
Si algo quedó claro aquel día es que la industria animalista dispone de unos astronómicos presupuestos anuales destinados a imponer una nueva moral en la que no podamos utilizar los animales para nada, ni para ropa, ni para ocio, ni para experimentación médica, ni para alimentación.
Si desde el mundo del toro queremos hacer frente a esta imposición ideológica, necesitamos ampliar nuestra capacidad de actuación, necesitamos ser un colectivo más amplio en la batalla contra las poderosas entidades que pretenden imponernos su moral.
En este sentido, si he comenzado esta carta agradeciendo a todos los que habéis hecho posible el trabajo de la Fundación, quiero acabarla con una invitación a todos aquellos que aún no seáis parte a que os suméis, para que en 2020 podamos multiplicar nuestra actividad e influencia. Creemos que el mundo es mejor con toros y vamos a pelear porque así sea, también para las generaciones que vienen, se merecen poder disfrutar de la misma cultura en la que hemos tenido la suerte nosotros de crecer.
Necesitamos mostrar más unión que nunca, más fuerza que nunca, para que nuestra voz sea más fuerte que nunca. Creo que no hay nada que no podamos hacer si estamos toda la familia del toro unidos.
Os deseo a todos un feliz 2020 lleno de unión, salud y éxitos,
Victorino Martín
Presidente de la Fundación del Toro de Lidia