Por Carlos Buenomartes, 07 de enero de 202007:01
Carlos Yárnoz, defensor del lector del diario El País, acaba de publicar un artículo que retrata la situación actual del periodismo, muy condicionado por diferentes agentes externos, pero también internos que no siempre tienen que ver con la buena praxis de la profesión. Yárnoz relata que la prensa lleva diez años sumida en una grave crisis que en España ha provocado el cierre de más de 375 medios y dejado en paro a 12.000 profesionales, y esgrime como causantes a las dificultades financieras que atravesamos y a la falta de confianza de los lectores. Habla del aumento generalizado de noticias sin el rigor exigible en periódicos serios, de la falta de independencia y valentía, y desvela que El País pronto cobrará a sus suscriptores por acceder a sus contenidos a través de la web.
El motivo no es otro que intentar mantener la calidad, y la calidad tiene un precio. El periodismo chabacano siempre será gratuito, certifica Yárnoz, pero el bueno, ya sea en papel o digital, es caro, sentencia, y concluye afirmando que es momento de preguntar a los lectores y escuchar sus sugerencias y deseos para ofrecerles mejores contenidos y a su gusto.
Hasta aquí no puedo estar más de acuerdo con el defensor del lector del reputado diario. Pero entre las consultas que ha efectuado el titular del cargo hay una con la que no comulgo y que resulta especialmente preocupante para los amantes de la tauromaquia. En ella se cuestiona la oportunidad de que El País siga publicando crónicas de corridas de toros. Los aficionados habrán adivinado de inmediato que la pregunta no es alarmante en sí misma –cada cual puede y debe opinar según su parecer– sino por la falta de movilización general del sector taurino. Como era de esperar, Carlos Yárnoz asegura que de ningún otro asunto ha recibido tantos y tan rotundos mensajes, la práctica totalidad exigiendo que el diario abandone esos temas.
Y no comulgo con las encuestas “toros sí, toros no” porque me parecen banales. Se trata de un tema estéril en el que nunca habrá acercamiento de bandos. Un buen medio de comunicación debería ocuparse de ofrecer contenidos de calidad de la mayor cantidad de temas posibles, no en cerciorar la información o, directamente, omitirla. En eso radica el buen periodismo, tan ligado a la independencia informativa, al respeto a las libertades y al talante democrático.
Pero no hay que cargar las tintas contra Yárnoz o El País, que, por otra parte, parecen querer unirse a la cadena SER en la eliminación de los toros de sus contenidos. Los profesionales del sector y los aficionados también tienen su parte de culpa en este desaguisado. Su pasotismo deja que los antis ganen metros y consigan sus objetivos. En España se venden cada año más de seis millones de entradas en las taquillas de las plazas de toros y el número de participantes en festejos populares es incalculable. Por muchos mensajes que haya recibido la redacción del diario pidiendo el fin de las crónicas taurinas, siempre se tratará de una cantidad insignificante e irrisoria comparándola con la que podría haber enviado el mundo taurómaco. Lo malo es que no lo ha hecho.
De momento quienes viven del negocio de la tauromaquia no se han pronunciado, al menos públicamente, y de las asociaciones de aficionados me consta que, por ahora, sólo la Unión Taurina de Abonados de Valencia se ha preocupado por manifestar su indignación en una carta remitida al defensor del lector, quien ya ha contestado que se reunirá con Agustín Colomar, presidente de la entidad, para conocer y valorar su opinión.
Colomar es un tío valiente y cargado de argumentos, íntegro y sin pelos en la lengua, despojado de intereses y filias. Sin duda un magnífico embajador de los valedores del toreo. Me asegura que ya ha sugerido a otras asociaciones que se unan a la causa y envíen sus propuestas de continuidad de las crónicas de toros en el periódico. Y sería de desear que todos se sacudieran el desinterés y la desgana que les atenaza, que mandasen sus mensajes a Yárnoz y con ello se lograrse que no se pierda otro bastión de la información taurina y que Antonio Lorca, un crítico objetivo, independiente, mordaz y agudo, continúe desempeñando su importante labor de comunicar y hacernos reflexionar, que falta hace.