Cuando uno se mira al espejo de espaldas, es para verse la calva o peinarse el remolino capilar.
Acabar con el monoencaste sería tarea harto difícil, a no ser que se, cambiaran los figurones rutilantes acaparadores de ferias, cosa que es imposible. No es lo mismo llenar Madrid o Sevilla o Bilbao que hacerlo en Ceret. o Roquefort, o Air Sur Ladour. Pero siendo menor el aforo francés, se divierten más, viendo y exigiendo la pureza y la integridad del festejo.
En España, existe un desajuste que lleva consigo una comercialidad desacorde con la idiosincracia del espectáculo, cosa que nuestros vecinos cuidan con esmero y exigencia.
Apostilla el Sr. Molés en su artículo en Aplausos esta visión, Por cierto, dura y encarnizada la pelea en Francia entre los dos gallos galos: Simón y Juan Bautista, Nimes y Arles. De momento Simón sigue cuatro años más en su Coliseo y Juan Bautista tres en el otro templo romano. Pero hay mar de fondo porque a más de sus dominios está Mont de Marsan, está Dax y está la primacía de las galias taurinas. Donde se hacen las cosas bien, por cierto. Donde la afición que luego pasará por taquilla pide tercio de varas completo y toreros que sean capaces con esas ganaderías que hace años no catan las figuras.
¿Por qué allí sí y aquí no? ¿Por qué si les doblamos en festejos el desajuste se da en la ancestral tauromaquia española?. Es sencillo, porque en nuestro país los intereses están muy por encima de tradiciones y volver a lo que fue o debió ser , molesta a los integrantes, «no es rentable» y nuestra afición, salvo pocas excepciones desoidas en su mayoría, no exige la verdad de lo que debería ser la integridad del espectáculo. El conformismo ante las desastrosas lidias, animales que no cumplen las normas y otros visiblemente manipulados, incumplimientos del reglamento y demás lindezas, pasan desapercibidas en la mayoría de las ocasiones con la anuencia de la autoridad.
¿Que va a ocurrir con los tiempos que se nos vienen. Un furibundo ataque a la fiesta por varios sectores. Un gobierno en coalición que advierte de sus intenciones sin el menor pudor. Una economía de la tauromaquia nada desdeñable, a la que no tienen en cuenta los políticos con verdadero criterio. Un sector que lleva contribuyendo desde su origen a la mejora climática. ¿QUE OCURRIRÁ CON TODO ESTO?
Continuará la pasividad del aficionado ante tal espectro sin evaluar sus consecuencias. Andamos flotando en una tormenta que puede destrozar la nave si no la ponemos a salvo. Y lo triste es que hemos de ser nosotros los que lo salvemos, nosotros los que lo hemos mantenido hasta ahora y los que se benefician ¡¡¡PASIVOS!!!