El 2019 nos ‘robó’ un puñado de nombres cuyo legado y valores perdurará en la Tauromaquia y en la vida
Ismael Del Prado 20/12/2019 in Reportajes.
Ahora que anda tan de moda comenzar con citas los textos, conviene recordar las palabras del jacobino Robespierre. El orador y político afirmó en plena Revolución Francesa que ‘la muerte es el comienzo de la inmortalidad’. Un legado perenne para la Tauromaquia y la propia vida que perpetuarán todos aquellos que nos dejaron en 2019. Sus ideas, sus enseñanzas, sus valores… serán dogma para el día a día. Un pilar sobre el que seguir creciendo, evolucionando, innovando, pero sin perder la vereda del poso que sus vidas alimentaron en nuestros respectivos paraísos de la memoria.
Si con algún eslabón de la Tauromaquia ha sido especialmente duro este 2019 a punto de marchitar, sin duda, fue con los ganaderos. Hasta tres insignes referentes perdió el campo bravo. Así, mayo -el 20 de dicho mes- y el dichoso cáncer se llevaban a uno de los ganaderos fundamentales de la Historia contemporánea del toreo: Fernando Domecq. Ganadero de cuna, nieto de Juan Pedro Domecq y Núñez de Villavicencio, hijo de Juan Pedro Domecq y Díez y hermano de los también ganaderos Juan Pedro Domecq Solís y Borja Domecq Solís, inició su trayectoria como criador de bravo en la divisa de Jandilla para después cincelar su propio concepto ganadero como el histórico hierro de Zalduendo.
Otro ganadero con personalidad fue Paco Medina. El toledano, que se apagó en la primera semana de septiembre tras la agonía de una larga enfermedad, imprimió su sello en el toro con El Ventorillo y El Montecillo. Alma mater de la primera, a la que colocó en lo más alto en poco tiempo, merced a sus éxitos ganaderos en Madrid, Medina la vendió en la cúspide. Tan sólo se quedó con una punta de unas 70 vacas sin tentar y 4 sementales. A partir de esta materia prima, formó El Montecillo. Con ella, volvió a lidiar en San Isidro en 2011 y se asentó de nuevo en la temporada madrileña. En ‘su’ Madrid, pues a Medina se le puede definir como ‘ganadero de Madrid’.
El tercer alquimista del toro que falleció en 2019 fue José Pinto Barreiros. Nos dejó a los 63 años el 9 de abril. ‘Zézinho’, como era cariñosamente llamado, fue el último titular de la familia que tuvo en sus manos la conocida divisa de bravo. Hierro centenario del campo bravo luso que se ganó por derecho propio un lugar en el Olimpo taurómaco de la Península Ibérica -tanto España como Portugal– con importantes y copiosos triunfos. Por ejemplo, el que alcanzó Manuel Rodríguez ‘Manolete’ cuajando al bravo toro ‘Ratón‘.
Pero no fueran las únicas pérdidas irreparables para unas dehesas muy castigadas en estos doce meses. Así, también hubo que dar el último adiós a un ilustre del campo charro como Luis Sánchez-Urbina, responsable de El Sierro. Igualmente sucedió con Félix Moreno de la Cova, José María Núñez Moreno de Guerra -de Los Derramaderos– y Antonio Borrego, uno de los gestores de la divisa Antonio y Miguel. Asimismo, en Francia, exhalaron su último halo de vida la ganadera Françoise Yonnet, apellido con alcurnia en el país vecino, y Pierre Bats, propietario de Alma Serena.
El mundo de las letras también lloró dos figuras únicas. De un lado, el genial dramaturgo Salvador Távora. El autor y director popularizó la fusión entre el flamenco, la ópera y la Tauromaquia en varias de sus obras, que estrenó con gran popularidad a finales del pasado siglo y en las que dio protagonismo principal al toro y al caballo. Así, ‘Carmen’ y ‘Don Juan en los Ruedos’ resultaron dos obras maestras.
Del otro, el compositor y cantante sevillano Rafael Serna, padre, además, del joven torero hispalense del mismo nombre. Miembro del coro de la Hermandad del Rocío, llegó a componer hasta nada más y nada menos que cuatrocientos temas musicales, en la mayoría de ellos, la Tauromaquia estuvo presente. La Cultura Taurina también perdió al fotógrafo Emilio de Jesús, uno de los mejores ilustradores taurinos en Portugal y colaborador de Mundotoro.
Entre los matadores de toros, destacó la pérdida de Ricardo Chibanga ‘El Rey Africano’. Natural de Mozambique, el torero sufrió un ictus a los 76 años de edad. Símbolo del toreo a pie en Portugal, a caballo entre las décadas de los 60 y 70, en los últimos años compartió tentaderos junto a Morante de la Puebla. Marcelino Rodríguez ‘El Temerario’ y César Marinho también recibieron santa sepultura.
Asimismo, nos dejaron nombres con solera tanto en los toreros de plata como en los novilleros. Por ejemplo, Andrés Luque Gago -que engrosó la cuadrilla de mitos como Antonio Bienvenida, Luis Miguel Dominguín, Antonio Ordóñez, Antoñete o Rafael de Paula-, el francés Igor, que tuvo cierto predicamento en la zona de Arles, y Antonio Romero ‘Romerito’. Especialmente dramática fue la muerte de Luis García ‘Pirri’, novillero mexicano de 33 años, que sufrió un gravísimo accidente de quad en Sunland Park (Nuevo México), que días después le terminó costando la vida. Entre los recortadores, la verdad del toro se llevó por delante la vida de Fran González, herido de muerte por un astado de Mur en Xilxes (Castellón).
En septiembre, el cáncer apagó el aliento de Ignacio Zorita tras años de valiente batalla. El empresario y apoderado maño contaba con 71 años de edad. Otro taurinos que también fallecieron fueron Alfonso Romero, Jacinto Alcón y José María Bojilla. Lo mismo sucedió con Juan Murillo Pedrote, presidente de La Maestranza durante 19 temporadas.
En la misma Madrid donde dio una histórica vuelta al ruedo en compañía de Luis Francisco Esplá en 2001 tras una memorable actuación con la corrida de Victorino Martín, falleció el picador colombiano Anderson Murillo. Sin salir del orbe americano, en México, el banderillero y reputado juez de plaza de la Plaza México, Chucho Morales, también nos dejó.
De ahí a Perú, donde la primera corrida de la Feria del Señor de los Milagros tuvo un trágico desenlace, puesto que, Moisés Tacuri -cirujano del coso de Acho– sufrió un letal infarto cuando regresaba de contemplar el radiante regreso a los ruedos de Andrés Roca Rey (@RocaRey). Otro galeno que encontró el descanso eterno fue Maurice Priauet, que ejerció durante años en Arles.
Gloria sin mácula para todos ellos. Honor a su legado. Descansen en paz.