Cerrar los carteles se ha convertido en una especie de sudoku de difícil solución en cuanto los deseos de una parte y otra generalmente están por encima de la realidad y hasta de la lógica y la pasta. Ya saben, donde no hay harina todo es mohína.
Cuando la confección y cierre de los carteles de Fallas parecía haber cogido velocidad de crucero todo ha dado un frenazo. Más allá del mano a mano Ponce–Aguado; el cartel de la vuelta de Roca con Cayetano y Castella; y esa terna que anunciamos la semana pasada de Ferrera, Morante y Manzanares con Zalduendo, es decir los días 14, 15 y 16, hay poco nuevo. Por deducción, aunque no hay quien lo confirme, se adivina una pareja Ponce-Ureña para la cuarta tarde y dificultades para la contratación de Juli, que si entrase ahí completaría un cartel fuerte, fuerte. Y si no fuese así supondría tormenta. El resto son solo filtraciones más o menos interesadas pero filtraciones. La solución se puede demorar hasta el 10 de febrero, tope que marca el pliego de condiciones, así que hay tiempo para darle vueltas y revueltas al ovillo de las especulaciones. No es nada nuevo ni exclusivo. Lo que pasa en Valencia pasa en grado parecido en Castellón y Olivenza y hasta la misma Sevilla, cerrar los carteles se ha convertido en una especie de sudoku de difícil solución en cuanto los deseos de una parte y otra generalmente están por encima de la realidad y hasta de la lógica y la pasta. Ya saben, donde no hay harina todo es mohína.
Por José Luis Benlloch